En los últimos 200 años las plantas han absorbido un 30 por ciento más de dióxido de carbono, pero no han podido contrarrestar su acumulación en la atmósfera.
Al margen del escepticismo y los debates políticos, la mayoría de los científicos, encabezados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), de Naciones Unidas, coinciden en alertar del peligro de que la actividad industrial humana fuera de control acabe devastando el planeta. Entre otras cosas, se teme que la liberación de gases de efecto invernadero, el dióxido de carbono entre otros, contribuyan a que el calor quede atrapado en la atmósfera. Este fenómeno está ya causando un calentamiento global sutil que amenaza con alterar profundamente el clima futuro, lo que dañaría aún más a la Naturaleza, de la que dependen el hombre y el resto de los seres vivos. Científicos de la Universidad de California han descubierto una evidencia de que la Tierra «está tratando de evitar» que esto ocurra. Detrás no hay ninguna intención, sino el efecto de un fenómeno de autorregulación que, sin embargo, los investigadores consideran incapaz de contrarrestar los daños provocados por la actividad humana. Según sus análisis, publicados este miércoles en la prestigiosa revista Nature, las plantas de la Tierra han aumentado en un 30 por ciento su tasa de absorción de dióxido de carbono en la atmósfera, desde que comenzó la industrialización, hace 200 años. Lo han hecho a través de la reacción biológica por la cual usan la luz del Sol y el agua para producir material vegetal: la fotosíntesis.
No obstante: «El incremento de la fotosíntesis no ha sido lo suficientemente grande como para compensar la quema de combustibles fósiles», ha dicho en un comunicado, Joe Berry, coautor del estudio e investigador en la Instituto Carnegie para la Ciencia. «Los frenos de la Naturaleza ya han sido sobrepasados. Depende de nosotros descubrir cómo podemos reducir la concentración de dióxido de carbono de la atmósfera» La «respiración» del planeta J. Elliott Campbell, el primer autor del estudio publicado en Nature, ideó un nuevo método para hacer una estimación global de los niveles de actividad fotosintética de los seres vivos. La clave de esta metodología es un gas llamado sulfuro de carbonilo (COS), una molécula cuyos niveles atmosféricos están directamente correlacionados con los ciclos de «respiración» del planeta. Sus niveles disminuyen en verano y aumentan en invierno, y en general son menores en el hemisferio sur. Exactamente igual que el dióxido de carbono, un gas que refleja en parte la actividad de la fotosíntesis. Para medir los niveles de sulfuro de carbonilo (COS) en el pasado, los investigadores recurrieron a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). En concreto, usaron datos del hielo del Ártico, en los que se había analizado la presencia de pequeñas burbujas de aire atrapadas allí desde hace siglos. Gracias a esto, pudieron hacer una estimación global y a largo plazo de los niveles de fotosíntesis de los seres vivos, por primera vez. «Los anteriores estudios ya han demostrado que el planeta ha sufrido cambios sin precedentes en el clima y en la presencia de gases de efecto invernadero durante la era industrial», ha explicado Campbell. «Ahora tenemos pruebas de que también ha habido un cambio fundamental en las plantas de la Tierra».
Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar