En muchos casos, la felicidad es un papel que representamos mientras que detrás de la fachada feliz hay una gran cantidad de sufrimiento. La depresión, las crisis y las reacciones exageradas son comunes cuando la infelicidad se oculta detrás de un rostro sonriente y unos dientes blancos, cuando nos obstinamos en no reconocer esa enorme infelicidad.
"Estoy bien" es un papel que el ego suele representar más en los Estados Unidos que en otros países en donde ser y parecer desgraciado es casi la norma y, por consiguiente, más aceptable socialmente. Quizás exagere, pero me dicen que en la capital de uno de los países nórdicos puede uno correr el riesgo de ir a la cárcel acusado de ebriedad por el simple hecho de sonreírles a los desconocidos en la calle.
Si nos sentimos infelices, lo primero que debemos reconocer es esa infelicidad que llevamos dentro. Pero no es cuestión de decir, "Soy infeliz", porque la infelicidad no tiene nada que ver con nuestra esencia.
Adquirimos poder cuando enfrentamos los hechos.
Debemos reconocer que las emociones que sentimos se derivan en gran medida de las cosas que pensamos.
Debemos ver la conexión entre los pensamientos y las emociones. En lugar de ser pensamiento y emoción, debemos ser la conciencia que los observa.
No debemos buscar la felicidad puesto que no la encontraremos. La búsqueda es la antítesis de la felicidad. La felicidad es evasiva, mientras que podemos liberarnos ya mismo de nuestra infelicidad enfrentándola como es, en lugar de inventar historias sobre ella.
La infelicidad opaca nuestro estado natural de bienestar y paz interior,
fuentes reales de la verdadera felicidad.
Eckhart Tolle en "Una Nueva Tierra".
Imagen: TheEyesOfChildrenAroundTheWorld
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