El mundo nos dice que el éxito consiste en conseguir aquello que nos proponemos. Nos dice que el éxito es triunfar, que lograr el reconocimiento y la prosperidad es un ingrediente esencial. Todo lo anterior no es otra cosa que un subproducto del éxito, pero no el éxito mismo.
La noción convencional de este concepto se relaciona con los resultados de lo que hacemos. Hay quienes dicen que el éxito es producto de una mezcla de esfuerzo y suerte, o perseverancia y talento, o de estar en el sitio correcto en el momento justo. Si bien cualquiera de esas cosas pueden ser determinantes del éxito, no son su esencia.
Lo que el mundo no nos dice (porque no lo sabe)
es que no podemos alcanzar el éxito.
Solamente podemos tenerlo.
No podemos permitir que un mundo demente nos diga que
hay otro éxito aparte de un buen momento presente.
¿Y eso qué quiere decir?
Que hay un elemento de calidad en lo que hacemos,
hasta en la actividad más insignificante.
Calidad implica cuidado y atención,
que vienen con la conciencia.
Calidad implica cuidado y atención,
que vienen con la conciencia.
Nuestra Presencia es requisito para la calidad.
Como usted ya lo sabe, su propósito externo o secundario está en la dimensión del tiempo, mientras que su propósito principal es inseparable del Ahora y, por tanto, exige negar el tiempo.
¿Cómo reconciliar ambas cosas? Reconociendo que todo el viaje de la vida consta en últimas del paso que se da en el momento presente.
Lo único que hay siempre es este paso, de tal manera que es preciso prestarle toda la atención. Esto no significa que no deba saber hacia dónde se dirige sino que el paso de este momento es lo primario mientras que el destino es secundario. Y lo que encontramos al llegar a nuestro destino depende de la calidad de este paso.
Otra forma de decirlo es la siguiente:
Lo que el futuro nos depara
depende de nuestro estado de conciencia
en el momento presente.
depende de nuestro estado de conciencia
en el momento presente.
Éxito es cuando el hacer se impregna de la calidad atemporal del Ser.
A menos que el Ser impregne lo que hacemos, a menos que estemos presentes,
nos perderemos en cualquier cosa que hagamos.
También nos perdemos en el pensamiento y en nuestras reacciones
a lo que sucede externamente.
Eckhart Tolle, Libro "Una Nueva Tierra".