viernes, 22 de julio de 2011
"Si haces lo que voy a decir, serás muy fuerte".Doña Magdalena con Alejandro Jodorowsky.
Alejandro Jodorowsky:
Si haces lo que voy a decir, serás muy fuerte. Te voy a explicar lo que significa silencio, porque la gente piensa que hacer el silencio significa quedarse callado, pero hacer el silencio significa no tener ningún ruido dentro de la cabeza, ninguna palabra. Hay que pensar en no pensar. Estás quieto y vigilas los pensamientos. En cuanto hay un pensamiento, lo cortas y no lo dejas continuar. El pensamiento viene y tú lo cortas; y si viene otro pensamiento también lo cortas. Cortas todo pensamiento. Todo lo que puedes hacer es “Yo pienso en no pensar”. Ese es el silencio. Sacar las palabras de tu cabeza.
Si puedes hacer eso te vuelves muy fuerte. Desde que viene un pensamiento, en lugar de continuarlo, lo cortas por la mitad y lo paras.
Si vas por un río en una barca, y ves que una barca vacía, arrastrada por la corriente, viene contra ti, no por eso te enfadas, simplemente frenas la barca vacía. Pero si vas por el mismo río y viene contra ti una barca con alguien dentro, te enfadas y lo insultas. Si fuéramos por la vida sintiéndonos una barca vacía, nadie nos trataría de agredir, nadie nos vería, podríamos atravesar la vida muy fácilmente.
Esto es como una barca vacía. Tu cabeza está en silencio y tiene un conductor vacío.
Fácil de decir, inmensamente difícil de hacer. En esta posición vivir o morir es la misma cosa. Triunfar o fracasar es la misma cosa. Tener o no tener es la misma cosa. Ser o no ser es la misma cosa. Estás vacío.
A veces vienen personas a estudiar conmigo para domar el ego, para desembarazarse del ego, y durante horas no hacen sino pelearse para que se les respete el ego. Mientras quieras algo de mi, no estás vacío. Mientras tengas miedo de mi, no estás vacío. Mientras tengas un sentimiento hacia mi, no estás vacío.
Continuamos con una posición de manos que es para dejar de engañarse a sí mismo.
Una mano sobre la otra, el pulgar toca al dedo pequeño, el otro pulgar toca al dedo pequeño. La izquierda está abajo. La mano está plana, no como si fuera una cucharilla. Nos aplanamos y dejamos de engañarnos a nosotros mismos. Eso es la sabiduría. La sabiduría es no contarse mentiras. La sabiduría es deshacerse del vacío negativo, de los postulados negativos. Se vive en su verdad. Nosotros tenemos todos una verdad a la que hay que consultar.
Te pones en esta posición y aceptas las leyes que hay en ti, y te dices “¿es que yo quiero esto de mí o no? ¿cual es mi verdad? Estoy a punto de hacer trampas conmigo mismo. Si he fracasado, he fracasado. Si he triunfado, he triunfado. Si tengo, tengo, si no tengo, no tengo. Si amo, amo y si no amo no amo. Soy claro conmigo mismo. Dejo de vivir cosas que verdaderamente no vivo. Es plano, es neto, es preciso.
Esto se convierte en una base, una realidad, donde yo toco mi nivel, mi suelo. Veo mis límites, yo soy así. Tengo que llegar a mi verdad. Saber si estoy todo el tiempo buscando o queriendo parecer en lugar de ser lo que soy. O si todo el tiempo trato de ser lo que el otro es. O si todo el tiempo trato de ser lo que el otro no es. Si vivo por comparación, por reacción, por imitación, por negación, por robo, por usurpación, por mentiras, por imaginación. Si vivo sin ser lo que yo digo que soy o lo que yo creo que soy.
Esto me devuelve exactamente a lo que soy, muy claramente: lo que soy. He aquí la posición.
Es bella esta posición porque es tan plana, tan tranquilizadora. Un no busca ser nada más que lo que es. “No busques ser un Buda, busca ser lo que tú eres”. Encontrarse uno con sus límites, pero no en una falsa maldad o una falsa negatividad. En el fondo no somos eso, en el fondo somos algo muy plano, muy real, como un animal, el animal humano. Piensa ¿que es lo que es verdad en lo que eres? ¿estás viviendo o estás engañándote? Esta posición te pone a ras con tu verdad.
Estoy hablando tal como yo soy, no siendo hipócrita. Porque estamos entrando en cosas que han sido secretas durante siglos y hay que desenterrarlas.
Te voy a vender mis zapatos, pero quiero que danzes con ellos. Porque soy una persona que hace zapatos de arte, luego cuando vendo mis zapatos quiero que sirvan para danzar, para utilizarlos.
Al comienzo se debe luchar para parar los pensamientos, porque hay que crear un hábito. Cuando se conoce y se para el pensamiento ¿que es lo que viene? viene que entonces conoces el proceso de pensar. Aparece la detención del pensamiento y después aparece un mundo inmenso, un ser que vive naturalmente en el dominio de lo mental. Y ahí ves aparecer torrentes de lagartos y formas geométricas y todo el acontecer cósmico del pensamiento. Lo ves aparecer pero no te agarras a ello.
Pero no puedes acceder a ese estado si no has logrado detener el pensamiento y si no has luchado. Primero se lucha, luego nos soltamos, porque cuando se ha aprendido a detener se sabe que el proceso no se detiene, el proceso cósmico …. del ser humano. La alucinación es un universo en evolución. No te identificas con ello, pero lo ves evolucionar.
Cuando se para el pensamiento no es el vacío lo que viene, es el todo lleno lo que viene.
No hay los pensamientos que vienen; pensamos así porque nos han educado de esa manera, pero cuando se paran los pensamientos, viene la estructura. Es como si pararas con la mano un coche, y detrás están todos los navíos cósmicos que llegan por millones. Paras el coche pero no las naves cósmicas. Y estoy hablando de experiencias verdaderas.
El ser esencial no piensa, él es el pensamiento. El ser esencial es el fenómeno en sí. No hay pensamiento, hay recepción, hay acción constante, nada de reflexión. El no tiene necesidad de comunicarse, él es la comunicación. El es el mundo. El es la totalidad. El es el presente total. Es el tiempo, el presente total universal, aquí y ahora, completo. Es eso el ser esencial. El no nos pertenece, nada nos pertenece desde el punto de vista esencial. Y esto es muy duro, porque exige el don de sí, hay que entregarse a algo, entregarse al instante.
Y ahí toda la angustia desaparece, toda idea de la muerte desaparece. La muerte es el pasado, no existe la muerte, existe la transformación. Yo soy una manifestación del ser esencial, tú eres otra manifestación del ser esencial, pero todos somos la misma cosa. Si tú desapareces o si yo desaparezco eso no tiene ninguna importancia. El ser esencial estará aquí, eso solo querrá decir que una forma del ser esencial ha desaparecido, pero él está.
En el estado del ser esencial si ves brotar una planta, te ves brotar tú. Si ves pasar un coche, te ves pasar tú. Si ves el sol brillando, te ves brillar tú. Si ves un pájaro volando, tú te ves volar. Al mismo tiempo vuelas y estás seco y eres lluvia, en el mismo momento. Ese es el estado que se llama la iluminación. Es una disolución, pero conservando la consciencia, porque tú te estás viendo. No hay partida, los santos no se van, y es una gran alegría.
Meditar no es pensar, meditar es ser, meditar es vivir.
Cuando meditas, te conviertes en cuerpo, te conviertes en plata, te conviertes en energía. Te transformas en todo: en ti, en la habitación, en el sol. Me identifico con todo, entro en todo, y ahí es cuando puedo darle a cada ser la medicina que le corresponde, de acuerdo con su enfermedad respectiva. Puedo crear un corazón benevolente, pero con su lenguaje, con su forma, según sus necesidad. Porque soy capaz de desaparecer yo misma, puedo identificarme con toda forma. Esto me da esa capacidad.
Reconozco que todos los seres son nobles, que todos los seres son sabios, que todos los seres son divinos. Entro en cada ser y me adapto a cada ser. Me adapto al mundo y así puedo encontrar la comunicación necesaria para pasar la medicina que el ser necesita, la ayuda que el ser pide en su mundo.
Si entramos en el otro, nos identificamos con el otro. Yo puedo metamorfosearme en el otro y comprenderlo. He aquí la posición. He aquí este sello. He aquí la cualidad que hay que desarrollar para llegar a la felicidad. Transformarse en todos los seres, es así como llego a la felicidad. Ser capaz de disolverme y de transformarme en todos los seres.
Piensa un solo instante en una persona que esté aquí. Piensa en como te sentirías si fueras esa persona. Y ahora, hijo querido del alma, trata de ver en qué persona te sentirías bien o en cual te sentirías mal.
Mira a todos los otros como si fueran transformaciones de ti mismo. Trata de imaginar. Y en tu interior trata a cada uno como te tratas a ti mismo. Dale las mismas oportunidades que te das a ti mismo.
Piensa que todas las personas son tus hijos y tus hijas. Esto es la facultad de transformarse en todas las cosas. Si yo no me transformo en la persona con la que vivo, con la que hablo, con la que actúo, no podría hacer nada con ella. Porque no existiría el lazo y no la comprendería. Cuando planto una planta en mi jardín, si no la cuido, es a mí a quien no cuido.
Imagen: David Doubilet.
Plano Creativo.