“El ego infantil es un mistificador, nos mantiene en la superficie de nosotros mismos: no nos observamos, no nos vemos, creemos ser lo que no somos. Bien domado, proporciona finalmente su energía al Yo esencial. Es el instrumento indispensable para que desarrollemos nuestra conciencia divina, cesando de vivirnos como víctimas.”
Del libro “Metagenealogía”, Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa (Ed. Siruela).