miércoles, 1 de junio de 2011
¿Cómo Ser Hacedor De Milagros?
“Lo que la gente llama casuadad son milagros, la realidad si aprendes a verla es milagrosa”.
“Lo importante no es aprender a hacer milagros, sino aprender a verlos”
Alejandro Jodorowsky.
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Los Milagros Están Por Todas Partes Ofreciendo Su Belleza Y Casi Nadie Les Concede Valor.
Vivimos en una realidad donde abundan los prodigios, pero ellos son vistos solamente por quienes han desarrollado su percepción.
Sin esa sensibilidad todo se hace banal, al acontecimiento maravilloso se le llama casualidad, se avanza por el mundo sin esa llave que es la gratitud. Cuando sucede lo extraordinario se le ve como un fenómeno natural, del que, como parásitos, podemos usufructuar sin dar nada en cambio.
Mas el milagro exige un intercambio: aquello que me es dado debo hacerlo fructificar para los otros. Si no se está unido no se capta el portento. Los milagros nadie los hace ni los provoca, se descubren.
Cuando aquel que se creía ciego se quita los anteojos oscuros, ve la luz. Esta oscuridad es la cárcel racional.
Alejandro Jodorowsky.
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Preguntan a Alejandro Jodorowsky: ¿Ha tenido algunas experiencias «supranormales» que valga la pena reseñar?.
A. J.: Bueno, no he contemplado nunca ningún gran milagro, pero sí muchos pequeños milagros. En cuarenta años he visto dos veces una carta del tarot como si fuera transparente. Dos veces en toda mi vida. Sé que esos fenómenos se dan porque me pasó. En otras ocasiones me he dicho: «Vas a sacar tal carta», y la carta sale. Me sucede muy a menudo. La telepatía existe en cierto grado. Por ejemplo, a una mujer que no tenía ninguna esperanza de encontrar novio y sacó la carta de la emperatriz, le dije que si le salía el emperador lo iba a encontrar. Y yo recé para mis adentros diciendo «que saque el emperador, que saque el emperador». Y el emperador salió. Por mi deseo, conseguí levantarle la moral.
Cuando alguien cree que el azar le indica que algo va a pasar, al final pasa. Sí creo en estas cosas. Hace poco compré una nueva baraja de tarot y una persona me pidió que se la regalara. Me vi obligado a dársela porque de otro modo hubiera sido un acto que el tarot condenaría, pues este individuo la necesitaba. Al día siguiente, llegó una muchacha y me regaló un tarot nuevo (lo saca del bolsillo y baraja un poco antes de volver a recogerlo). Lo que di, fue devuelto.
Entrevista publicada en la revista “Año cero”.