Toda mujer amor es una mujer medicina. Una mujer que se llena de fuerza, que alimenta de bondad a quienes le rodean, que mira con los ojos serenos de la vida, que se sincera con su identidad, que sana con un beso.
Una mujer medicina es aquella que llena de energía, que infunde y transmite cariño, que abraza al amor con amor, que eleva sus secretos, que profundiza, que es generosa, que conoce el perdón, que vive en gracia, que enseña a saber.
Una mujer medicina es humana, compasiva, sabedora de su poder, de su inspiración, de su permanencia, de su caos y su orden, defensora de su vida, de sus necesidades, de sus sueños y de la cesta de sus olvidos.
El don de ser una mujer medicina.
Por esto una mujer medicina es aquella que si pasa, se queda. Es aquella que cuelga siempre del corazón, que pisa fuerte, que es consciente de lo que ocurre a su alrededor, que resulta determinante.
No conoce la perfección ni la imperfección, simplemente ES. Y con esa potencia ayuda a los demás a SER. Esto requiere de un llamamiento, de una pelea con sus juicios, de un conflicto con el entorno.
Porque ser mujer amor no siempre es fácil, hay mucho que pelear. Hay que pelear contra todo aquello que no permite sentir lo que cada momento transmite, que intenta manejar nuestros derechos, que intenta someter nuestros sueños, que menosprecia nuestras necesidades.
Así, ser mujer medicina también es decir basta, no permitir la esclavitud, ser una misma, no necesitar, pero amar sin medida y por encima de cualquier posibilidad. Y ahí nos encontramos con la balanza que hipnotiza el equilibrio emocional de la mujer.
La fortaleza del amor de una mujer.
No hay nada tan fuerte como el amor de una mujer que pone su empeño en su bienestar, que se acepta a sí misma, que comprende su presente y tiene en cuenta su pasado.
Toda mujer tiene dentro del alma una guerrera que le palpita, que le da luz, que le brinda esperanzas, fuerzas y armas para luchar. Es esa guerrera interior la que le ha curado sus heridas, la que ha sanado traiciones, desengaños y rechazos.
Y esa luz es la misma que le hace madurar, volverse sabrosa, explotar su inteligencia, saber manejarse, equilibrar su intuición y su razón, hacer bello el arte de la vida y de la lucha ante las adversidades.
El corazón de la mujer, un océano de misterios.
El corazón de la mujer amor es un océano de misterios repleto de peces que brillan cuando está oscuro, lo cual lo hace tan extraño como mágico. El corazón de la mujer medicina es algo que conecta la profundidad de mil misterios.
Es un corazón que palpita por sí mismo, que se deshace en bondad, en respeto, en seguridad, en fuerza, en inteligencia y en cariño. Estos son los principios que sostienen el edificio de la mujer medicina, la que mira su vida de manera generosa, la que no se atrapa.
La mujer medicina es aquella que está vestida de fuerza y dignidad, de llaves que abren puertas de cuento, de maquillaje de realidad con matices de de viveza, de una colección de motivos, de razones a las que aferrarse…
La mejor medicina para el alma es la dulzura de otro ser humano, la amabilidad y la sensibilidad de quien escucha, de quien se trata a sí mismo con respeto y valora a los demás como un tesoro. Eso es lo que define a la mujer amor, la mujer medicina.
Raquel Aldana
lamenteesmaravillosa.com
Imágenes cortesía de Claudia Tremblay.
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