Vamos a abordar un tema muy interesante que tiene que ver con la presión arterial y las diferentes formas que esto responde a la evasión de conflictos.
La sangre es el sustento de la vida y la expresión de la individualidad. La información contenida en una gota de sangre representa la información total y única del individuo, pudiendo hacer con ella un diagnóstico completo.
Cuando hablamos de presión sanguínea estamos hablando de la sangre y de las paredes de los vasos que la contienen. La sangre fluye y debiera fluir como la vida misma. Las paredes de los vasos representan las fronteras que se nos presentan y la forma en que les hacemos frente a estas fronteras (limitantes, problemas, conflictos, etc.) dicho en otras palabras, representa las resistencias que ponemos ante cada conflicto.
Cuando padecemos de la presión básicamente estamos ante una persona que no enfrenta los problemas ni los resuelve, más bien los evade de toda responsabilidad. Dependiendo de si sufrimos de presión alta o baja, veremos que hay algunas variantes en esta actitud, pero siempre representará la evasión de problemas.
Presión baja (Hipotensión)
Una persona con la presión sanguínea baja no desafía en absoluto estas fronteras. No trata de cruzarlas sino que rehúye toda resistencia: nunca va hasta el límite. Si tropieza con un conflicto, se retira rápidamente, y así se retira también la sangre, hasta que la persona se desmaya (renunciando a a todo poder); él y su sangre se retiran y dimiten de su responsabilidad. Por el desmayo, el individuo pierde el conocimiento, se retira hacia lo desconocido y se desentiende de los problemas: se ausenta.
El hipotenso, literalmente, se evade, por falta de ánimo y de valor. Se desentiende de todo desafío, y los que están a su alrededor le sostienen las piernas en alto, para que la sangre afluya a la cabeza, centro de poder, y él recupere el conocimiento y pueda asumir su responsabilidad.
En el hipotenso solemos encontrar también el cuadro de la anemia cuya forma más frecuente consiste en falta de hierro en la sangre. Ello perturba la transformación de la energía cósmica (prana) que absorbemos con cada aspiración en energía corporal (sangre). La anemia indica la negativa a absorber la parte de energía vital que a uno le corresponde y convertirla en poder de acción. También en este caso se utiliza la enfermedad como pretexto por la propia pasividad. Falta la presión necesaria.
Presión Alta (Hipertensión)
La presión sanguínea de una persona también aumenta cuando, por ejemplo, en una conversación se plantea un conflicto que le afecta, pero vuelve a bajar cuando la persona habla del problema, es decir, lo traslada al terreno verbal. Este conocimiento, obtenido experimentalmente, es una buena base para comprender los resortes de la hipertensión. Cuando, por la constante imaginación de una acción, la circulación se acelera sin que esta acción llegue a transformarse en actividad, es decir, se descargue, se produce una «presión permanente».
En este caso, el individuo es sometido por la imaginación a una excitación constante, y el sistema circulatorio mantiene esta excitación, con la esperanza de poder transformarla en acción. Si esto no se produce, el individuo permanece sometido a presión. Pero, y para nosotros esto es aún más importante, lo mismo ocurre en el plano de la acción en sí.
Puesto que sabemos que el solo tema del conflicto produce un aumento de la presión y que, cuando hemos hablado de él, la presión vuelve a bajar, es evidente que el hipertenso se mantiene constantemente al borde del conflicto, pero sin aportar una solución. Tiene un conflicto, pero no lo afronta. El aumento de la presión sanguínea es una reacción fisiológica justificada: el organismo suministra más energía, a fin de que podamos acometer con vigor las tareas necesarias para resolver conflictos inminentes. Si esto se realiza, el exceso de energía es consumido y la presión vuelve a situarse al nivel normal. Pero el hipertenso no resuelve sus conflictos, por lo que no consume la sobrepresión. Por el contrario, se refugia en la actuación externa y, con un derroche de actividad en el mundo exterior, trata de distraerse a sí mismo y a los demás de la invitación a afrontar el conflicto.
Hemos visto que tanto el que tiene la tensión muy baja como el que la tiene muy alta rehuyen los conflictos, aunque con tácticas diferentes: mientras el primero se retira al inconsciente, el segundo se aturde a sí mismo y al entorno con un derroche de actividad y dinamismo. Por consiguiente, lo normal es que la tensión baja se dé con más frecuencia en las mujeres y la tensión alta en los hombres. Además, la hipertensión es indicio de agresividad reprimida. La hostilidad permanece encallada en la idea, y la energía aportada no es descargada mediante la acción. El individuo llama a esta actitud autodominio. El impulso agresivo provoca un aumento de presión y de autodominio, la contracción de los vasos. Así el individuo puede mantener la presión controlada. La presión de la sangre y la contrapresión de las paredes de los vasos provocan la sobrepresión. Y con esta actitud de agresividad reprimida, conduce directamente al infarto.
Existe también la hipertensión de la vejez, provocada por la calcificación de los vasos. El sistema vascular tiene por objeto la conducción y la comunicación. Con la edad, se pierde flexibilidad y elasticidad, la comunicación se entorpece y la presión aumenta.
Aromaterapia.
Mezcla 2 gotas de ylang ylang, 5 gotas de manzanilla y 3 gotas de lavanda en 20 ml de aceite base. Aplica con masaje en la zona del plexo solar.
Cristaloterapia.
Utilizando la forma básica de aplicación de los cristales, acentúa el tratamiento en las zonas de los pies y piernas y plexo solar aplicando hematites en las plantas de los pies y en las piernas (a lo largo por dentro y por fuera), más citrinos en el plexo solar y en el pecho, y en el cuarto chakra coloca cuarzos verdes y rosas.
Afirmación.
“Soy libre de hacer circular el amor y la alegría
por todas partes en mi mundo.
Amo la vida”.
Harumi Puertos.
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