miércoles, 11 de mayo de 2011
No Hay Manera De Destruir Los Deseos.
El árbol genealógico moldea a sus frutos para hacerlos útiles a su misión, y para que cumplan a ciegas la ley de la repetición. Si falta un miembro, al que nace se le impone la identidad del desaparecido. Si nacen dos en lugar de uno, se reparten los papeles disponibles entre los dos nuevos frutos. Es así, que los deseos, las pulsiones, las finalidades propias de cada ser son prohibidos, aunque no por ello desaparecen, se transforman, se subliman o se reprimen. Muchas enfermedades, síntomas psiquiátricos y conflictos psicológicos provienen de toda esta locura. La psicomagia trata de dar salida a estos deseos reprimidos de manera metafórica, por medio de un acto en el que se descargue la pulsión en un escenario y con unos elementos significativos para el sujeto que sufre. Tras realizar lo prohibido de una manera aceptada por lo racional, los síntomas desaparecen, produciéndose una liberación que lleva directamente a la sanación.
Este es un extracto de “El libro del ello” de Groddeck, el cual se autodenominaba “psicoanalista silvestre”:
“Está clara una cosa: sin duda alguna, la prohibición puede reprimir el deseo, desviarlo de su orientación primera, pero no lo destruye. No hace más que obligarlo a buscar otra manera de realizarse. Y encuentra, en efecto, millares de maneras en todas las actividades de la vida que deseéis imaginar: en el descubrimiento de las chimeneas o de los barcos de vapor; el manejo del arado o de la laya; escribiendo versos o meditando; en el amor de Dios o de la naturaleza; en los crímenes y en los actos de autoridad, en la beneficencia y en la maldad; en la religión y en la blasfemia; manchando el mantel y rompiendo vasos, en el latido del corazón y en la transpiración…”
Plano Creativo.