En este contexto psicológico y económico se está produciendo el denominado “despertar de la consciencia”, que consiste en darnos cuenta de que más allá de nuestras circunstancias siempre tenemos la opción de elegir nuestro pensamiento, nuestra actitud y nuestro comportamiento. Y estas decisiones son las que crean y determinan la calidad de lo que experimentamos en nuestro interior y, posteriormente, lo que creamos en el exterior. Esta revelación suele vivirse como un clic en nuestra mente. Y consiste en reconocer que nuestra vida interior puede ser mucho mejor: que nosotros mismos podemos cambiar, crecer y evolucionar para ser más felices de lo que somos ahora. Lo queramos o no ver, ha comenzado una nueva era con una nueva filosofía: la responsabilidad personal. Dentro de muy poco ya no va a valer eso de engañarnos a nosotros mismos, amparándonos en el círculo vicioso del victimismo. Más que nada porque no funciona. Lo que sí da resultados es hacer lo que probablemente menos nos apetece: enfrentarnos a nuestros miedos e inseguridades para empezar a tomar las riendas de nuestra vida. Lo que está en juego es aprender a llevar una existencia feliz y con sentido. Todo se reduce a comprometernos con nuestro proceso de entrenamiento emocional.