domingo, 14 de abril de 2013

“Cuando la Boca Habla la Energía se Dispersa”.


En algunas tradiciones asiáticas como la tibetana por ejemplo, a la energía se le suele llamar “habla”. Esto se debe a que al hablar se gasta una tremenda cantidad de aliento y energía, y a menos que salga en forma de mantras, cánticos u oraciones, el habla suele ser indisciplinada, irregular y muchas veces innecesaria. 

El síndrome de la “boca móvil’, que parece infectar a muchas personas en los hacinados ambientes urbanos, agota las reservas de energía y puede verdaderamente bajar la resistencia y perjudicar la inmunidad. 



Hace 600 años dijo el maestro del Tao y artista marcial Chang Sang-feng: “Olvida las palabras y no se dispersara tu energía”. El adepto y escritor taoista Liu I-ming está de acuerdo: “Cuando la boca habla la energía se dispersa”. 

A menos que uno tenga algo importante que decir, es siempre mejor tener la boca cerrada, porque la cháchara ociosa y los monólogos maratonianos son como neumáticos pinchados: dejan escapar la energía y desinflan. 

El silencio es una eficaz manera de conservar la energía para usos internos más importantes.

Dice un antiguo adagio chino: 


“La enfermedad entra por la boca y los desastres salen por la boca”. 

La primeramente del adagio es evidente la boca abierta invita a entrar en el organismo a gérmenes, polvo y toxinas que están en el aire; la segunda frase hace alusión al hecho de que a menudo nos creamos nuestros desastres personales por hablar demasiado y sin pensar, ofendiendo a otras personas, revelando cosas que estaban mejor en secreto, causando mala impresión, etc.



De modo que elija las palabras con cuidado, hable en voz baja y no diga más de lo necesario.

Tao te King.