El otro día me encontraba en un curso donde nos pidieron a todos los integrantes hacer una lista de nuestros más altos sueños. Era un grupo muy diverso de mujeres, de diferentes nacionalidades y diversas experiencias de vida, sin embargo la forma que tuvieron de enfrentar este ejercicio fue extrañamente similar. Cada una expresó una cierta dificultad al momento de dejarse soñar o pensar en lo que más deseaba, sintiéndose más cómoda pensar en pequeñas mejoras para su vida dada su realidad laboral, familiar o económica del momento.
Esto lo he visto muchas veces e incluso he sido víctima de la misma trampa. Intuimos que al realizar nuestros más altos sueños seríamos felices, pero se nos hace imposible imaginarnos cómo podríamos llegar a ellos. Poniéndonos el parche antes de la herida, reducimos nuestros deseos para que calcen con “nuestra realidad”, lo que nos deja con un sueño deformado y poco llamativo, pero posible de realizar según nuestras percibidas condiciones.
Lo que se nos olvida considerar cuando pensamos así, es que somos nosotros mismos quienes decidimos desde qué perspectiva ver nuestra realidad. Somos nosotros quienes nos convencemos que nuestro sueño es imposible porque o “no nacimos en cuna de oro”, o porque “ya se nos pasó la juventud” o porque simplemente “carecemos de las condiciones correctas” para alcanzar lo que tanto ansiamos.
Y cada vez decidimos enfocarnos en el punto menos esperanzador de nuestra realidad. Pese a tener la posibilidad de centrarnos en abrir nuevos caminos, optamos por fijarnos cuidadosamente en nuestras limitantes. Así, en vez de poner todo nuestro esfuerzo en construir lo que queremos para nuestra vida, bajamos los brazos y lamentamos lo que nunca sucedió.
Cada vez veo más ejemplos que demuestran la importancia de ser generosos con nosotros mismos, de pensar en grande y de darnos un espacio de soñar sin límites. Ejemplos de personas que a pesar de sus duras condiciones se permitieron creer que éstas no eran condenas y con ese pensamiento crearon una nueva realidad para su vida.
Cómo Gaby Schull, una joven bailarina quien, después de sufrir cáncer y la amputación de su pierna, hoy es capaz de bailar ballet con una prótesis de metal gracias a una extraordinaria cirugía que reemplazó su rodilla con su propio tobillo. O Carmen Herrera, la reconocida pintora cubana quien, después de 6 décadas de dedicarse a su oficio, vendió su primer cuadro a los 89 años y hoy expone obras en los más importantes museos de arte moderna, como el MOMA de Nueva York y el Tate de Londres. O Mariéme Jamme quien, después de vivir en las calles de Senegal y ser víctima del flagelo de la trata de blancas, hoy es una de las empresaria más exitosas de África y fundadora de una de las principales iniciativas para empoderar mujeres del continente a través de la educación digital.
Estas mujeres pudieron conseguir su sueño porque nunca vieron su condición de salud, de edad o desamparo como un límite, o como el final de su camino, sino como un estado transitorio, algo que eran capaces de superar. Hoy te invito a dejar de lado tus percibidos impedimentos y darle un espacio a tus verdaderos sueños. Toma un momento para identificar cuales son aquellos sueños que te harían increíblemente feliz si los cumplieras.
Esto lo he visto muchas veces e incluso he sido víctima de la misma trampa. Intuimos que al realizar nuestros más altos sueños seríamos felices, pero se nos hace imposible imaginarnos cómo podríamos llegar a ellos. Poniéndonos el parche antes de la herida, reducimos nuestros deseos para que calcen con “nuestra realidad”, lo que nos deja con un sueño deformado y poco llamativo, pero posible de realizar según nuestras percibidas condiciones.
Lo que se nos olvida considerar cuando pensamos así, es que somos nosotros mismos quienes decidimos desde qué perspectiva ver nuestra realidad. Somos nosotros quienes nos convencemos que nuestro sueño es imposible porque o “no nacimos en cuna de oro”, o porque “ya se nos pasó la juventud” o porque simplemente “carecemos de las condiciones correctas” para alcanzar lo que tanto ansiamos.
Y cada vez decidimos enfocarnos en el punto menos esperanzador de nuestra realidad. Pese a tener la posibilidad de centrarnos en abrir nuevos caminos, optamos por fijarnos cuidadosamente en nuestras limitantes. Así, en vez de poner todo nuestro esfuerzo en construir lo que queremos para nuestra vida, bajamos los brazos y lamentamos lo que nunca sucedió.
Cada vez veo más ejemplos que demuestran la importancia de ser generosos con nosotros mismos, de pensar en grande y de darnos un espacio de soñar sin límites. Ejemplos de personas que a pesar de sus duras condiciones se permitieron creer que éstas no eran condenas y con ese pensamiento crearon una nueva realidad para su vida.
Cómo Gaby Schull, una joven bailarina quien, después de sufrir cáncer y la amputación de su pierna, hoy es capaz de bailar ballet con una prótesis de metal gracias a una extraordinaria cirugía que reemplazó su rodilla con su propio tobillo. O Carmen Herrera, la reconocida pintora cubana quien, después de 6 décadas de dedicarse a su oficio, vendió su primer cuadro a los 89 años y hoy expone obras en los más importantes museos de arte moderna, como el MOMA de Nueva York y el Tate de Londres. O Mariéme Jamme quien, después de vivir en las calles de Senegal y ser víctima del flagelo de la trata de blancas, hoy es una de las empresaria más exitosas de África y fundadora de una de las principales iniciativas para empoderar mujeres del continente a través de la educación digital.
Estas mujeres pudieron conseguir su sueño porque nunca vieron su condición de salud, de edad o desamparo como un límite, o como el final de su camino, sino como un estado transitorio, algo que eran capaces de superar. Hoy te invito a dejar de lado tus percibidos impedimentos y darle un espacio a tus verdaderos sueños. Toma un momento para identificar cuales son aquellos sueños que te harían increíblemente feliz si los cumplieras.
Posiblemente te puede ayudar en esta tarea el considerar algunas de las siguientes preguntas:
– Si tuviera infinito tiempo para hacer o lograr lo que quisiera,
¿a qué me dedicaría?
– Si tuviera infinitos recursos para hacer o lograr lo que quisiera,
¿a qué me dedicaría?
– Si tuviera infinita salud, fuerza y vigor para hacer o lograr lo que quisiera,
¿a qué me dedicaría?
– Si tuviera el apoyo de todos mis familiares, mis seres queridos, mis amigos
y el mundo en general para hacer o lograr lo que quisiera,
¿a qué me dedicaría?
– Si me amara más que cualquier persona en este mundo
y sintiera absoluta confianza en mí,
¿a qué me dedicaría?.
Creo firmemente que sólo tenemos sueños que somos capaces de cumplir y que nuestras condiciones no cambian esto. Hoy podemos decidir optar por nuestros más altos sueños y dejar de conformarnos con sueños que son menos de lo ideal. ¿Te animas?.
Lara Manqui, coach ontológico
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Jean Pierre Garnier, Bruce Lipton,
Gregg Braden y Eckhart Tolle,
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