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Nuestro árbol genealógico, nuestro inconsciente, es como una tribu. Tiene instinto de conservación y un auténtico terror a la muerte. Miedo a que le traicionemos y nos diferenciemos de él.
Muchas veces ocupamos un lugar que no nos corresponde: el lugar de la mamá, del tío, del abuelo… Pero cuando nace, el hijo es un ser individual y diferente que viene a aportar una nueva información a la mutación del árbol. El árbol está mutando todo el tiempo, las generaciones mutan. Cuando no te dejan mutar, el árbol está enfermo.
Si somos capaces de individualizarnos y de aceptar nuestras raíces, podemos pulir todo ese sufrimiento que arrastramos, todos esos odios y rencores, hasta convertirlo en un gran diamante. El árbol arrastra mucho sufrimiento, pero también trae consigo muchos dones.
Cristóbal Jodorowsky.
Plano Creativo.
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