lunes, 21 de febrero de 2011

Los Portarretratos Fosilizan Los Presentes


Ella, en el camino de la realización, sana y risueña, cada vez que visitaba la casa de su madre le sobrevenía una extraña tos persistente, pero no acertaba a saber lo que provocaba ese mensaje que parecía emitir su cuerpo: “Atención, ambiente tóxico a la vista”.

Un día, quiso la casualidad que entrara en la vivienda materna cuando no había nadie. Se paró en la entrada y sus ojos se quedaron fijos en un portarretratos que encuadraba una fotografía: era ella vestida de novia. Una invisible bombilla se encendió sobre su cabeza: “Hace más de 20 años de este momento, hace casi tres de mi divorcio, hoy tengo una relación plena con otra persona… y mi vida no tiene nada que ver con lo que mi madre enmarca como un presente contínuo”. Sin pensarlo dos veces, ni una siquiera, tomó el cuadro, sacó la fotografía, la quemó y echó las cenizas, rociadas de miel, en un tiesto lleno de tierra en el que plantó un rosal que regaló a su madre, junto con una fotografía actual de ella con su pareja.

Ese proceso psicomágico se demoró tres días, en los que su madre, sin saber porqué, empezó por fin a hablar con sus amigas con naturalidad del divorcio de su hija.

Imagen interior del marco: Victoria Everglot, “La novia cadáver” de Tim Burton.
Plano Creativo.