jueves, 20 de enero de 2011

Encontrándose a Si Mismo. (Darío y su Psicomagia).


DARIO CONSULTA DESDE ITALIA:

Tengo 36 años y vivo en Roma. Trabajo desde hace 14 años en un banco, pero mis verdaderas pasiones son los viajes y la música. Estoy casado desde hace 7 años con una mujer que conocí 6 meses antes de las bodas y que todos me envidian por su belleza, su inteligencia y su dulzura, que es mucha. Odio mi trabajo, que me encontraron mis padres cuando, a los 22 años, me estaba por ir en busca de experiencias “extranjeras”: así que me quedé en Roma, aun conquistando la independencia económica. Procedo de una familia moderadamente pobre, que en el pasado padeció algunas experiencias graves, echada de un país extranjero (Libia) que le confiscó los bienes: con ellos tengo una relación que, sintetizando, definiría “superficial”. Creo que ya no se aman desde hace muchos años, y pienso que tienen una conducta desequilibrada que provocó el alejamiento entre nosotros y entre mí y mi hermana. En todas las situaciones, siempre me siento como una gallina en corral ajeno, menos cuando estoy de viaje, y sobre todo cuando viajo solo. Tengo un hijo, que concebí con una mujer casada poco antes de conocer a mi mujer, y que no quise reconocer y nunca veo, por decisión mía. Tengo dificultades cuando tengo que tomar decisiones importantes, y, por ejemplo, ahora me encuentro en la encrucijada más seria: ¿usar el “seso” y hacer un hijo con mi mujer, dejando a un lado mis pasiones y el deseo de cambiar vida, o irme por el mundo, abandonando todos mis afectos, en busca de mí mismo y de experiencias que me hagan crecer? Con esta vida que tengo me siento enjaulado, me parece estar perdiendo el tiempo día tras día, aunque sé que soy una persona muy, pero muy afortunada. Desde cuando tengo estas dudas no resueltas en mi cabeza, mi cuerpo lo resiente, mi columma vertebral se ha puesto rígida, perdió todas sus curvas, sufro mucho de bruxismo y tengo dolores musculares, a los huesos y a las articulaciones en la parte derecha del cuerpo: en fin, ya no soy la persona brillante y determinada que era años atrás. No quiero ser rico, pero sueño con expresarme y alcanzar cierta tranquilidad. ¿Qué puedo hacer para hacer la paz con mí mismo y seguir adelante con más seguridad?

ALEJANDRO JODOROWSKY RESPONDE:

Querido Darío, hace siete años que estás casado con una mujer bella, inteligente y dulce y no te decides a hacer un hijo con ella. Tienes un hijo que nunca ves. Odias tu trabajo. Estás alejado de tu familia. No tienes territorio. Tu cuerpo entero te duele. Estás sufriendo del mal que sufrieron tus padres cuando fueron expulsados de Libia sin sus bienes. No amándose entre ellos, no te enseñaron a amar. Tampoco te enseñaron a amar tu Italia. Te crearon una mente de eterno extranjero. Si echas raíces en un sitio, te considerarás culpable, traidor al sufrimiento que embarga a tus padres. Tal como tú desconoces a tu hijo y no puedes engendrar otros, tus padres te desconocieron, también a tu hermana. Tal como ellos no se aman, tú no puedes amar a tu esposa. Tal como ellos no logran encontrar un verdadero sitio, tú tampoco. Sólo te sientes bien viajando. Inconscientemente al viajar realizas el deseo esencial de tus padres que es el de volver a Libia y recuperar sus bienes… Tienes ya 36 años. Es el momento de decidirte a vivir o a fracasar en esta existencia…

El acto de Psicomagia que te doy es extremo, pero si lo realizas, comenzarás una nueva vida, encontrarás el amor a tu mujer, a los otros y a tu territorio… Ánimo…

Consigue que te presten o arrienda un garaje donde puedas construir una jaula, como esas en las que se encierra a las fieras. Encarcélate en ella durante siete días. Tu mujer debe tener las llaves de la cerradura y no dejarte salir antes de los siete días, aunque se lo ruegues. Defecarás y orinarás en un barril de metal. Una vez por día, y sin hablarte, tu mujer depositará por entre los barrotes, un pedazo de carne cruda y una botella de agua. No tendrás nada que leer, nada que ver, nada que escuchar, excepto un disco de música folklórica de Libia, que sonará sin cesar… Cuando acabes los siete días de esta tortura, emprenderás una vuelta al mundo, que debe durar un año. Le dirás a tu mujer que te espere… Durante esos viajes, estudiarás la música religiosa de cada país. Te lo aseguro, si eres capaz de hacer esto, te encontrarás por fin a ti mismo y al regreso a tu hogar te recibirá tu mujer convertida en el ser humano luminoso con la que por fin construirás tu vida. (Te digo que ella te esperará porque la has descrito como una mujer cuya inteligencia se une a la dulzura, cualidad que la hace capaz de comprenderte. Ese año, durante tu ausencia, deberá consultar a un terapeuta para comprender por qué se casó con un hombre con el corazón encerrado en un bunker).