martes, 10 de enero de 2012

"La Matriz Divina" (Introducción). Gregg Braden.


Nuestras más antiguas, sabias y apreciadas tradiciones nos recuerdan que, de hecho, existe un lenguaje que habla con la Matriz Divina, un lenguaje sin palabras que no involucra las señales externas comunes de comunicación que hacemos con nuestras manos o cuerpos. Proviene de una forma tan simple que todos ya sabemos cómo "hablarlo" con fluidez, de hecho lo usamos todos los días en nuestras vidas: es el lenguaje de las emociones humanas.

La ciencia moderna ha descubierto que a través de cada emoción que experimentamos en nuestros cuerpos, también pasamos por cambios químicos tales como pH y hormonas que reflejan nuestros sentimientos. A través de las experiencias "positivas" de amor, compasión y perdón, y de las emociones "negativas" del odio, el juicio y la envidia, cada uno de nosotros posee el poder de afirmar o negar nuestra existencia a cada momento del día.

Adicionalmente, la misma emoción que nos proporciona tal poder dentro de nuestros
cuerpos, extiende esta fuerza en el mundo cuántico más allá de nuestros cuerpos.

Puede ser útil pensar en la Matriz Divina como una manta cósmica que comienza y termina en el dominio de lo desconocido, y comprende todo en el intermedio. Esta cubierta tiene muchas capas de profundidad y está en todas partes todo el tiempo; ya está colocada en su lugar. Nuestros cuerpos, vidas y todo lo que conocemos, existe y toma lugar en el interior de sus fibras. Desde nuestra creación acuática en el vientre de nuestras madres, hasta nuestros matrimonios, divorcios, amistades y carreras, todo lo que experimentamos puede concebirse como "arrugas" en la manta.
Desde una perspectiva cuántica, todo, desde los átomos de materia y desde una brizna de pasto hasta nuestros cuerpos, el planeta, y más allá, puede ser concebido como una "alteración" de la suavidad de la tela de esta manta del tiempo y espacio. Quizá no es coincidencia que las tradiciones antiguas espirituales y poéticas describan la existencia de forma muy parecida. Los vedas, por ejemplo, hablan de un campo unificado de "conciencia pura" que impregna y penetra toda la creación.

En estas tradiciones, nuestras experiencias de pensamientos, sentimientos, emociones y creencias (y todo el juicio que ellos crean) son vistas como alteraciones, interrupciones en un campo que de lo contrario sería liso y e inmóvil.

De manera semejante, la obra del siglo VI, el Hsin-Hsin Ming (que traduce Versos de la fe y la mente) describe las propiedades de una esencia que es el anteproyecto para todo en la creación.

Llamado el Tao, va más allá de las descripciones, al igual que lo vemos en los textos védicos. Es todo lo que es; el contenedor de todas las experiencias, así como la experiencia misma. El Tao es descrito como perfecto: "como el vasto espacio en donde no hace falta nada y no hay nada en exceso."

De acuerdo con el Hsin-Hsin Ming, es solamente cuando perturbamos la tranquilidad del Tao a través de nuestros juicios que la armonía nos evade. Cuando esto inevitablemente ocurre, y nos encontramos atrapados en sentimientos de ira y separación, el texto ofrece guías para remediar esta condición: "Para volver directamente a la armonía en esta realidad, cuando surja la duda, diga simplemente: 'No dos.' En este 'no dos' nada está separado, nada está excluido."

Aunque admito que vernos a nosotros mismos como una alteración de la Matriz puede
quitarle un poco de romanticismo a nuestra vida, nos proporciona una manera poderosa
para conceptualizar nuestro mundo y a nosotros mismos. Si por ejemplo, deseamos formar relaciones nuevas, sanas y que reafirmen nuestras vidas, dejar que entre a nuestras vidas el romance que sana o atraer una solución pacífica en el Medio Oriente, debemos crear una nueva alteración en el campo, una que refleje nuestro deseo. Debemos hacer una nueva "arruga" en la materia de la cual están hechos el espacio, el tiempo, nuestros cuerpos y el mundo.

Esta es nuestra relación con la Matriz Divina. Nos han dado el poder de imaginar, soñar y sentir las posibilidades de la vida desde la Matriz misma, para que podamos reflejar de regreso hacia nosotros lo que hemos creado. Tanto las tradiciones antiguas como la ciencia moderna han descrito el funcionamiento de este espejo cósmico; es el caso de los experimentos que compartiremos en los siguientes capítulos, y hasta demostraremos cómo funcionan estos reflejos en el lenguaje de la ciencia. Sin duda alguna, aunque estos estudios pueden resolver algunos misterios de la creación, también abren la puerta a preguntas incluso más profundas respecto a nuestra existencia.

Obviamente, no conocemos todo sobre la Matriz Divina. La ciencia no tiene todas las
respuestas, con toda honestidad, los científicos ni siquiera están seguros de dónde proviene la Matriz Divina, y también estamos conscientes de que podemos estudiarla por otros cien años y, aún así, no encontrar todas las respuestas. Lo que sí sabemos, no obstante, es que la Matriz Divina existe. Está aquí, y podemos tener acceso a su poder creativo a través del lenguaje de nuestras emociones.

Podemos aplicar este conocimiento en una forma útil y significativa en nuestras vidas. Al hacerlo, no puede negarse nuestra conexión con los demás y con todas las cosas. Es a la luz de esta conexión que podemos comprender lo poderosos que en verdad somos. Desde el lugar de la fortaleza, que dicha comprensión ofrece, tenemos la oportunidad de convertirnos en seres más pacíficos y más compasivos, trabajando activamente para crear un mundo que refleje estas cualidades, y más. A través de la Matriz Divina, tenemos la oportunidad de enfocarnos en estos atributos en nuestras vidas, aplicándolos como nuestra tecnología interna de sentimientos, imaginación y sueños. Cuando lo hacemos, tenemos acceso a la verdadera esencia del poder de cambiar nuestras vidas y el mundo.

Extracto de la Introducción del Libro "La Matriz Divina", Gregg Braden.