La mujer de la fotografía es Soledad. Ella guarda y comparte un secreto. Son sólo cuatro palabras, que hay que repetir, y que pueden ser la solución efectiva a todos nuestros problemas. Eso es lo que ella plantea, al menos. Y esto fue lo que a mí me pasó... cuando la conocí.
¿Puede una chilena de 54 años, en una pequeña casa de avenida Colón, tener la solución para todos los problemas del mundo?
Ella, muy segura, dice que sí.
Su nombre es Soledad Miranda. La conocí el sábado pasado. A ella y a su filosofía de vida, basada en el Ho'oponopono, una técnica espiritual que idearon los aborígenes de Hawai, hace cientos de años... y que Soledad, a través de talleres mensuales, se dedica a difundir.
Al terminar su charla, esta imperturbable mujer plantea -sin el menor temor a que le digan "chanta" o la tilden de "bruja"- algo que parece imposible: "No soy gurú ni líder espiritual de nadie. Sólo sé que si el 1% de la población mundial practicara esto... ya no habría hambre ni guerras".
¿Puede ser esto cierto?
Mi experiencia aprendiendo el Ho'oponopono, comprenderán, merece ser contada desde un principio.
Desde hace algunos días, con grandes avisos en las páginas de un periódico, se ha publicitado el taller que impartirá en nuestro país, a comienzos de mayo, la argentina Mabel Katz, toda una "autoridad mundial" en la materia. "Aprenderás a transformar tus energías y resolver problemas fácil y efectivamente", promete el anuncio. El curso de dos días, sin embargo, tiene un valor que bordea los $200.000.
Navegando en internet, sin embargo, me topé con la web de Soledad (www.hooponoponochile.cl) y la casualidad de que su taller se impartiría a los pocos días y por un valor de $25 mil. Transferencia electrónica (y mucha curiosidad) de por medio, me inscribí. Y llegué puntual, poco antes de las 10:00 de la mañana, a la casita de avenida Colón en donde se produce esta suerte de "revelación". Fue como asistir a una clase de historia... o de filosofía, junto a otros 20 compañeros de aula, de todas las edades, hombres y mujeres.
¿Mi disposición? Voy a ser sincero: bastante a la defensiva, no muy convencido, buscándole el "pero" a lo que planteaba la profesora. Una actitud un tanto adolescente que -ya les contaré el cómo- Soledad logró cambiar en 180°.
Responsable sí, culpable no
La voz "Ho'oponopono" significa, en lengua hawaiana, "corregir un error" o "hacer lo correcto".
El taller se desarrolla en una pequeña habitación de muros color damasco, con piso de parquet y ventanas de blancos visillos. Soledad habla sin que la sonrisa se le desdibuje de su rostro. Transmite paz. Lo que algunos llamarían un "aura positiva". Y bebe agua, mucha agua, durante toda la exposición.
"Lo primero que hay que comprender" -empieza diciendo- "es que cada uno de nosotros es 100% responsable de todo lo que nos sucede y de todo lo que sucede a nuestro alrededor". Así, de un sopetón, soltó la "clave" del Ho'oponopono: convencerse de que uno es responsable (no "culpable") de todo, pues "el universo físico es una realización de mis pensamientos".
La profesora, entonces, explica que "si mis pensamientos son cancerígenos, ellos crearán una realidad física cancerosa... y si mis pensamientos son perfectos, ellos crearán una realidad física que desbordará amor". Y entrega una fotocopia anillada de un libro de un tal Al McAllister, en donde se "resumen" los conceptos básicos de esta técnica ancestral.
Conceptos que, me disculparán, no pretendo transmitir íntegros en este reportaje. Quiero decir: a los interesados en el tema, no les estoy ahorrando con estas líneas la asistencia al taller. (El siguiente, paso el dato, se dictará el próximo fin de semana, en Chillán y Los Angeles).
Soledad, en todo caso, tiene especial facilidad para ilustrar las ideas con ejemplos la mar de aterrizados: "Hay un dicho que dice 'A lo que me resisto, persiste'. Si estoy preocupada de que me puedo resfriar este invierno, lo más seguro es que caiga en cama (...) O cuando dicen 'viene un gran terremoto en el norte de Chile'... ¿qué están haciendo? ¡Llamando al temblor!".
El pan con mantequilla no engorda
Por eso, enseña, hay que "desprogramarse" de todas aquellas "memorias" que nos predisponen a realidades dolorosas. Aquí está "el secreto" -bastante más elaborado que el best-seller "El Secreto", de Rhonda Byrne- del Ho'oponopono: la denominada 'ley de la atracción' y el convencimiento de que la solución a nuestros problemas llegará "de manera perfecta" y "del modo más insospechado".
Viene entonces la fórmula "mágica", que hasta se puede repetir a modo de mantra, con cuatro conceptos clave:
Lo siento.
Perdón.
Te amo.
Gracias.
Las palabras van dirigidas a la divinidad, lamentando aquella situación que queremos borrar de nuestras vidas (enfermedades propias o ajenas, dolores, preocupaciones, etc.), sintiéndose sinceramente responsable de haber creado esa realidad, atrayendo esas cosas que queremos conseguir (dinero, salud, trabajo, alegrías, triunfos, etc.), generando la "vibración" positiva que posee el amor , y agradeciendo desde ya esa solución que llegará.
Lo sé: no puedo sonar más engrupido. Pero debo confesar que estando ahí, en la casita de avenida Colón, la idea me hizo absoluto sentido. Fue como un momento epifánico, de claridad mental, de nitidez. Como que me cayó la teja del Ho'oponopono. Más aún cuando Soledad, muy suelta de cuerpo, se despacha una frase que nos deja a todos congelados: "Nada de lo que creemos, de lo que nos han enseñado, es cierto. Tenemos que romper con los paradigmas. Las cosas malas que nos suceden, todas ellas, son creadas por nosotros".
Incrédulo, y echando mano al catálogo de lo pedestre, la interrumpo:
-Pero fumar, por mucho que yo quiera creer lo contrario, me producirá cáncer...
-No necesariamente. Pero si así lo crees, es lo más probable.
-¿Y el pan con mantequilla, entonces, no tiene por qué engordarme?
-Exactamente.
Entonces levanta la mano una de mis compañeras de clase. Ella hace una pregunta un tanto más relevante que la mía, en busca de solución para un problema personal. "Detesto a mi jefa", dice... "¿cómo puedo hacerla cambiar? Es pesada, prepotente".
-Tienes que cambiar tú. Y así va a cambiar ella. Puedes repetir 'Divino Creador, sana la rabia que hay en mi, borra las memorias que me hacen percibirla a ella como una mujer engreída. Lo siento. Perdón. Te amo. Gracias'.
Lo importante, añade, es no intervenir en la forma en que llegará la solución: "Sólo hay que permitir que lo perfecto se manifieste. No estorbar, no planificar nada. Hay que esperar. Y creer".
¿Seleccionar lo que pensamos?
Soledad explica que la 'ley de atracción' nos debe llevar a seleccionar lo que pensamos. "Los humanos tenemos alrededor de 60 pensamientos por minuto, mínimo. Y cada pensamiento, necesariamente, va unido a una emoción", asegura. El que manda es el subconsciente. Guardar pensamientos negativos -contraataca Soledad con otro ejemplo- "es tan absurdo como tener un álbum de fotos con los peores momentos de nuestras vidas: los funerales, los accidentes, las enfermedades". Por eso la necesidad de "seleccionar", porque los buenos pensamientos atraen buenas cosas.
Nada entonces de "la vida es difícil... ahorra dinero por si te pasa algo malo", o "no andes sin zapatos, que te vas a resfriar". ¡Pamplinas! "No me va a pasar nada malo ni me voy a resfriar si yo me preocupo de no crear esas realidades", zanja la profesora.
Es entonces, ya casi al final del taller, cuando Soledad nos revela un detalle un tanto intimidante: "Anoche, revisando uno a uno los nombres de ustedes en la lista de inscritos para el taller de hoy, hice Ho'oponopono con cada uno, pidiendo que comprendieran perfectamente lo que les he transmitido hoy".
Y conmigo, al menos, le resultó.
La pregunta del millón: ¿Es una locura hablarle a un vaso de agua?
El cuerpo humano, según explican los entendidos, está compuesto en un 80% por H {-2} O... es decir: agua.
De ahí la importancia que le dan los cultores del Ho'oponopono a la influencia que tienen las palabras y los pensamientos en la organización molecular que puede adoptar el agua.
Según el autor japonés Masaru Emoto, las palabras, oraciones, sonidos y pensamientos dirigidos hacia un volumen de agua influyen sobre la forma que adquieran los cristales de hielo obtenidos del líquido. Según el profesor Emoto, la apariencia estética de los cristales depende de si las palabras o pensamientos sean positivos o negativos.
Si al agua yo le digo "te amo" -plantea esta teoría-, la carga positiva de ese concepto organizará los componentes del agua de un modo armónico, hermoso. Y si le digo "te odio", las partículas líquidas se agruparán de manera oscura, asimétrica, desagradable. Así las cosas, se puede concluir tras los estudios de Emoto, que si el cuerpo humano está expuesto a malos pensamientos o palabras, éste se comportará de manera negativa, predisponiéndose, por ejemplo, a las enfermedades.
Otra práctica habitual entre los seguidores del Ho'oponopono es el beber o cocinar con agua solarizada: exponer el agua, en un jarro de vidrio azul, a la luz solar, para cargarla con energía positiva. Al beberla, dicen, nos estaremos desintoxicando psíquica y físicamente. Advertencia: el consumo de agua solarizada, inicialmente, puede producir pesadillas.
Por: Miguel Ortiz A.
Diario La Segunda.
Sábado, 21 de abril de 2012.
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Talleres de Hoponopono en Santiago de Chile.