¿Qué es el Efecto Pigmalión?. Es algo 
que todos sabemos de algún modo, pero puede que no te lo hayan explicado
 nunca. Si a tu hijo, antes de una carrera, le dices: "te vas a caer, tú 
no vales para esto", ese niño se va a caer, no hay más opciones. Porque 
le has hecho creer que es posible. Y hay algo que le obliga a cumplir la
 profecía. Pero si en lugar de eso, a ese mismo niño le dices: "corre, 
vuela, no te detengas, y si te caes, aquí estoy para levantarte". Ese 
niño jugará mejor que si nunca le hubieras dicho nada.
Se conoce como Efecto Pigmalión, y 
funciona en cualquier momento de nuestras vidas. La confianza que 
depositan en nosotros los demás nos dará las fuerzas suficientes para 
conseguir objetivos más difíciles.
Cuenta la leyenda sobre el efecto Pigmalión.
La leyenda de Pigmalión proviene de la antigua Grecia. Ovidio nos narra cómo existió un rey, Pigmalión, aficionado a la escultura. No encontraba esposa, así que se dedicaba a crear estatuas de bellas mujeres. Un buen día, esculpió una estatua tan bella y de tan perfectas proporciones, que acabó enamorándose perdidamente de ella. Tanto es así, que suplicó a los dioses que la hicieran real. Afrodita, diosa del amor, se apiadó del pobre escultor y le dio la vida. Pigmalión la llamó Galatea, y se convirtió en su amante y compañera de vida.
¿Qué es el efecto Pigmalión?.
El efecto Pigmalión consiste en que las expectativas o creencias que una persona tiene acerca de nosotros modificarán nuestro comportamiento o rendimiento para que cumplamos esas expectativas. De la misma manera, nosotros mismos podemos ejercer el efecto Pigmalión sobre los demás, pero hay que tener mucho cuidado al hacerlo. Si alentamos a una persona podemos conseguir que desarrolle todo su potencial, pero si ejercemos un efecto Pigmalión negativo podemos destruir las ilusiones de una persona.
Seguro que te suena el efecto placebo. 
Un simple caramelo de limón, dado por tu médico (o Pigmalión en este 
caso) puede llegar a curarte el dolor de cabeza. Simplemente porque el 
médico te dice que así será. Como vemos, la perspectiva de un suceso 
tiende a facilitar su cumplimiento.
“Lo que pensamos se hace real, y esto es un arma realmente poderosa”.
La explicación científica confirma el 
Efecto Pigmalión: Cuando alguien confía en nosotros, nuestro sistema 
límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, haciéndonos más 
atentos y eficaces. También conocido como la profecía auto-cumplida, si 
hay un alto deseo de que se cumpla, probablemente tenderá a cumplirse.
El poder del Efecto Pigmalión y las etiquetas que ponemos a nuestros hijos.
En un pueblo de Ghana, África, poseen 
una tradición muy curiosa. Cuando un niño nace se le dota de un nombre 
espiritual, basándose en su día de nacimiento. Cada día consta de una 
serie de características de personalidad que se les atribuyen a los 
niños.
Los que nacen en lunes, reciben el 
nombre de Kwadwoy, que significa paz. A estos niños se les considera 
tranquilos, calmados y pacíficos. Por otro lado, los nacidos en 
miércoles son bautizados con el nombre de Kwaku, guerreros. Se les 
atribuye mal comportamiento e impulsividad.
Un estudio examinó la frecuencia con que
 estos nombres aparecían en el Registro Juvenil Penal, por haber 
cometido algún delito. Se descubrió que había un porcentaje 
significativamente mayor de niños bautizados como Kwaku que como Kwadwoy
 en estos registros de delincuencia juvenil. Estos resultados 
demostraron la influencia negativa que tiene la atribución de etiquetas 
tan tempranas a estos peques. ¿Es culpa realmente del nombre?. Claro que
 no. La responsabilidad está en lo que la comunidad espera y atribuye 
inconscientemente a estos niños.
¿Cómo utilizar el efecto Pigmalión? ¿Qué decir y qué no decir a tu hijo?.
En la cultura occidental también percibimos el efecto Pigmalión de muchas maneras diferentes.
“Mi hijo es que es muy tímido… Es desobediente… Nunca se entera de nada”.
Aunque los padres no sean conscientes, 
estas etiquetas que ponen sobre sus hijos pueden tener un efecto muy 
negativo a largo plazo en la autoimagen del niño. No sólo transmitimos 
con las palabras; los gestos, las miradas, los comentarios también 
juegan un papel fundamental.
Lo paradójico de esto, es que 
probablemente esas expectativas que depositamos en ellos, a la larga se 
conviertan en rasgos de su personalidad, cuando contrariamente lo que 
queremos es que no ocurra eso. Esto ocurre cuando no somos conscientes 
de que el auto-concepto de un niño se basa en las expectativas y 
creencias que los demás depositan en ellos, más frecuentemente figuras 
de autoridad como son los padres o los profesores.
Imaginaros cuando ya empezamos con las 
comparaciones. El llamado Efecto Halo consiste en las críticas o 
comparaciones, indirectas o directas, que hacen los padres sobre sus 
diferentes hijos. “A ver si aprendes de tu hermano”.
Incluso se puede llegar a automatizar el
 castigo, tendiendo a regañar al hijo que habitualmente se porta mal, 
incluso cuando en ese caso ha sido al revés. Este trato diferencial 
afecta no sólo a la autoestima del niño, sino que potencia ese mal 
comportamiento por el que es reñido.
En definitiva, lo que expresemos a un 
niño acerca de sus capacidades influye de manera directa en lo que se 
considera capaz de hacer. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar 
que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, aunque sea 
contagiada por un tercero, puede darnos alas.
“Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, 
en ambos casos tienes razón”
Cristina Martínez de Toda.
Psicóloga especializada en neuropsicología y neurociencia aplicada a la educación.
Psicóloga especializada en neuropsicología y neurociencia aplicada a la educación.
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