Las relaciones son una gran fuente de conflicto y de aprendizaje. Dado que cada uno de nosotros cuenta con su propio ego, al interactuar con otros seres humanos es inevitable que tarde o temprano terminemos chocando, discutiendo y peleando. De hecho, es muy común pensar que «el mundo está lleno de personas nocivas y tóxicas». Sin embargo, un síntoma de que hemos despertado es darnos cuenta de que nosotros somos la persona más conflictiva de nuestra vida. Esencialmente porque el resto de relaciones no son más que un espejo en el que nos vemos reflejados y una pantalla en la que nos proyectamos.
De cada ser humano podemos aprender algo valioso acerca de nosotros. Así, cualquier persona con la que nos relacionamos es potencialmente un maestro. Eso sí, en general hay de dos tipos: por un lado están los «maestros de luz». Se trata de personas sabias, felices, amorosas y conscientes, las cuales están en paz consigo mismas e irradian energía positiva. De hecho, a su lado nos sentimos muy bien con nosotros mismos. Esencialmente porque suben nuestra frecuencia vibratoria. Además, los admiramos por ser un ejemplo de vida. No en vano, manifiestan alguna cualidad o valor que nos gustaría potenciar en nosotros. Sin embargo, en demasiadas ocasiones tendemos a idealizarlos y endiosarlos, volviéndonos dependientes de su presencia.
Por otro lado están los «maestros de oscuridad». En este caso, son personas ignorantes y inconscientes, que sufren mucho por seguir en guerra consigo mismas, desprendiendo un aura de negatividad allá donde van. Tienen mucho dolor reprimido en lo más hondo de sí mismas. Y suelen quejarse y victimizarse todo el día, culpando a los demás por todo aquello que no marcha bien en sus vidas. Al interactuar con ellos enseguida notamos como nuestro nivel de energía vital desciende. Tanto es así, que también se les conoce como «vampiros energéticos». Esta es la razón por la que tendemos a condenarlos y rechazarlos, construyendo muros a su alrededor para evitar lidiar con ellos.
Fragmento extraído del libro
"Las casualidades no existen. Espiritualidad para escépticos".
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