No soy mis fracasos, así como tampoco soy mis éxitos.
Nada de este mundo define realmente quién verdaderamente soy.
Todo es cambiante.
Todo fluctúa.
Todo es un juego.
Jugamos a ser reconocidos,
como si hubiera alguien ahí fuera que pudiera validar nuestra existencia.
Jugamos a creer que podemos ganar algo,
de la misma forma que jugamos a perderlo.
Jugamos a creer que alguien nos puede amar,
que alguien nos puede traicionar.
Que algo nos puede herir.
Jugamos a creer que podemos manipular una realidad,
como si esta fuera independiente de nosotros.
Jugamos a creer que lo que vivimos es opuesto a nuestro deseo.
Jugamos a creer que somos los traicionados,
y a veces jugamos a ser los traidores.
Pero todo forma parte de un juego inocente.
Como todo juego, puedo tomar de la decisión de dejar de seguirlo.
Dejo de creer que el mundo me define.
Dejo de creer que el mundo me da una identidad.
Sólo soy el experimentador que experimenta,
sólo soy el sentir que siente,
sólo soy el observador que observa.
Sólo soy la consciencia que experimenta un imposible.
Carla Delgado.
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