Cargaba con muchas creencias heredadas de su familia que nunca había cuestionado por miedo a ser excluido. Pensaba: “Si me comporto como esperan de mí no habrá problema, estaré a salvo”
Un día leyó una frase de un maestro sufí -Ibn Arabí- que fue como una descarga eléctrica de alto voltaje:
“Un verdadero creyente no puede quedar atrapado en ninguna forma de creencia”Se dijo: “¿Si me apartan del clan familiar mi vida correrá peligro? Pero si tengo más de cuarenta años y el único que está “cagado” de miedo es mi niño interior…".
¡Ya estaba bien de temer ser quien en verdad era!
Imagen: Elizabeth Bailey